Seeking the Face of the Lord
El padre Bruté funge como pastor de una futura santa y recibe el llamado de una nueva misión
La vida del futuro obispo de Indiana estuvo íntimamente vinculada por 20 años a la de una futura santa canonizada.
Mientras vivía en Maryland, el padre Simon Bruté se encargó de los cuidados pastorales y espirituales de la Madre Elizabeth Ann Seton, hasta su muerte el 4 de enero de 1821. Él dejó relatos detallados de su desmejora. El 6 de octubre de 1820, escribió: “Me enteré esta mañana de que había estado ayunando desde anoche para la Comunión del día, a pesar de que temía que yo no se la administraría. Si bien no estaba yo de acuerdo, no pude más que administrársela. Su alegría fue tan fuera de lo común que a medida que me acercaba y según colocaba la patena en la pequeña mesa, estalló en llanto y sollozando en voz alta se cubrió la cara con las manos.”
En el último día, escribió: “Una de las enfermeras me comentó que cerca de la medianoche le ofreció algo de beber y ella se negó de momento, ‘con la esperanza’ – dijo – ‘que en la mañana pudiera concedérsele una Comunión más...’ “A pesar de que el padre Bruté se mantuvo en contacto durante sus últimas horas, llegó un cuarto de hora después de que Elizabeth muriera.” “¡Ay, tan agradecida!” Fueron sus últimas palabras. Se la enterró en el bosque cerca de su convento entre otro grupo de hermanas que habían fallecido antes que ella.
El padre Bruté escribió acerca de ella: “¡Oh, qué madre! ¡Cuánta fe y cuánto amor! ¡Qué espíritu de verdadera oración, de verdadera humildad, de verdadera privación de todo, de verdadera caridad a todo! ... Pero, hay que fijarse bien, pues incluso nuestro amor por el prójimo, todo, todo en este mundo es vanidad, salvo que sea para Dios, por Dios, en Dios. ... ¡Por la eternidad! ¡Por Dios y la Eternidad! En su totalidad... Y en efecto, vivir por esto, vivir por el cielo representa, al mismo tiempo, llevar la vida más feliz en la tierra. ¿Acaso no es cierto, oh, Madre? Respóndeme desde tu pequeño bosque. Reza ahora y siempre por mí.”
Se dice que una soledad muy profunda se apoderó del padre Bruté a la muerte de la Madre Seton. Ella había sido su amiga. Había sido su director espiritual. Y había sido su consejero en tiempos difíciles. Escribió refiriéndose a ella: “Ninguna alma ha estimulado con tanta fuerza la mía para darme cuenta de lo que significa ser un sacerdote para mi Dios.
Santa Elizabeth Seton había sido una influencia apaciguadora para el espíritu inquieto del padre Bruté en su deseo recurrente de irse a la India o a China como misionario. Ella le escribió en una ocasión: “Tus pensamientos inquietos me sacuden hasta el alma. Me expones la lección de la gracia del momento con tanta claridad que quizás te deba mi propia salvación gracias a las faltas y a los pecados de los que me ha salvado; y sin embargo, médico, no puedes sanarte a ti mismo... Si nuestro Dios, en efecto, te destina en su benevolencia a China, ¿acaso Él, viendo tu rebosante corazón arder por ello, no te abrirá claramente una puerta?”
Ahora que ella no estaba, el padre Bruté había perdido su influencia apaciguadora.
Se convertiría en misionario, pero no en India, sino en Indiana. Fort Vincennes era un asentamiento francés en el río Wabash. A principio de los años 1700 se había fundado un puesto militar allí, y para mediados de ese siglo se había construido una iglesia. Para los años 1830 Vincennes ya no era únicamente un asentamiento francés. Los pobladores católicos que habían emigrado a Kentucky desde Maryland comenzaron a trasladarse hacia el norte. Con la construcción de vías férreas, los irlandeses comenzaron a venir desde el este. A pesar de ello, Vincennes era todavía un pueblo mayormente católico.
Lo mismo no podía decirse del territorio más extenso que abarcaba Indiana e Illinois. A comienzos de los 1800, aproximadamente 5,000 personas vivían en Indiana. Para los años 1830, se calculaba medio millón, pero según la mayoría de los cálculos, había probablemente menos de 25,000 católicos. A diferencia de Kentucky o Maryland, los católicos no estaban asentados en grupos en ninguno de los condados.
En Indiana, y en gran parte de Illinois (que se convertiría en la diócesis de Vincennes), los asentamientos se encontraban en las cuatro esquinas del territorio. El sendero misionario cubría un par de cientos de millas de un asentamiento al otro. En una de las esquinas predominaban los franceses y los irlandeses o alemanes en otras. Y existía una tribu conformada en su mayoría por Pokagon Potawatomi católicos cerca de South Bend, que esperaba ser trasladada a una reservación occidental.
Este territorio misionario se convertiría en el hogar del padre Bruté, el primer obispo de la diócesis de Vincennes.
La próxima semana: Roma llama al padre Simon Bruté para que guíe una nueva diócesis en Indiana. †