Seeking the Face of the Lord
Juan Pablo II y León XIII: Paladines de la dignidad
de los trabajadores
Uno de los temas recurrentes del difunto Santo Padre Juan Pablo II, era la reflexión sobre la dignidad del trabajo.
Su experiencia temprana como obrero en una planta química en una cantera bajo el régimen totalitario del comunismo, dejó una profunda impresión en él. Una de sus encíclicas papales trataba sobre el trabajo de cada individuo como su aporte en la actividad creativa de Dios. Hablaba del trabajo como una actividad perfiladora de la persona humana.
Durante mucho tiempo, la Iglesia ha sido defensora de la dignidad del trabajo. A principios del siglo XX, en su encíclica Rerum Novarum, el Papa León XIII, definió la dignidad del trabajo de la siguiente forma: “ocuparse en hacer algo con el objeto de adquirir las cosas necesarias para los usos diversos de la vida y, sobre todo, para la propia conservación.” Hizo énfasis en que el trabajo es parte de la propia vocación de cada persona. El trabajo constituye una forma de expresión y autosatisfacción importante como seres únicos que somos.
Debido al profundo abismo que existía entre trabajadores y empleadores hace unos cientos de años atrás, y debido a la relativa impotencia y pobreza de muchos trabajadores, el papa escribió convincentemente acerca del derecho de los trabajadores (y patrones), a formar asociaciones profesionales privadas. De ahí el origen de la defensa de los derechos de los trabajadores por parte de la Iglesia, para formar sindicatos laborales.
El Papa León XIII vinculó estrechamente el derecho a formar sindicatos laborales con el derecho a percibir un salario justo. El papa vinculó el derecho a un salario justo al entendimiento de dos aspectos del trabajo: el trabajo es personal, es una expresión de la habilidad del individuo; el trabajo es necesario para preservar la vida. Al respecto, escribió: “De aquí la necesaria consecuencia del derecho a buscarse cuanto sirve al sustento de la vida, y la posibilidad de lograr esto se la da a cualquier pobre nada más que el sueldo ganado con su trabajo.”
Las personas tienen derecho a un salario que les permita mantener a su familia. El Papa León expresó: “Si el obrero, obligado por la necesidad o acosado por el miedo de un mal mayor, acepta, aun no queriéndola, una condición más dura, porque la imponen el patrono o el empresario, esto es ciertamente soportar una violencia, contra la cual reclama la justicia.”
El Papa León XIII también escribió acerca del derecho de los trabajadores a cumplir con sus obligaciones religiosas, como personas humanas. Escribió sobre la importancia y la necesidad del descanso dominical de los trabajadores. No es justo compensar salarios injustamente bajos, simplemente aumentando la cantidad de horas, por ejemplo, a una jornada laboral de siete días por semana.
Durante el centenario de la Encíclica del Papa León XIII, el Papa Juan Pablo II publicó su encíclica, Centesimus Annus. Escribió: “Ojalá que estas palabras, escritas cuando avanzaba el llamado «capitalismo salvaje», no deban repetirse hoy día con la misma severidad.”
Confirmó que el capitalismo es un sistema de libre empresa, pero resaltó el hecho de que los abusos de la libre empresa continúan en muchos lugares en nuestra sociedad contemporánea, a expensa injusta de los trabajadores.
Yo, en lo personal, considero que el creciente fenómeno actual de la “adquisición” de compañías pequeñas por parte de grandes compañías podría suscitar cuestionamientos éticos, especialmente cuando las adquisiciones vienen seguidas de despidos masivos de un gran número de personal. Con gran frecuencia, la enorme ganancia generada por dichas adquisiciones se logra sin respetar a los trabajadores que han ayudado a construir la empresa, y lo que es peor, de su necesidad de empleo.
Para balancear la ecuación, también es cierto que en décadas recientes algunos sindicatos laborales han perdido credibilidad por ciertas razones. En algunos casos, los analistas consideran que los líderes de los sindicatos no han tomado como primera prioridad los intereses de los trabajadores miembros. En otros, los analistas atribuyen la causa de la pérdida de credibilidad a las exigencias irracionales de los sindicatos.
Al tiempo que abogaba por el derecho y la dignidad del trabajo, el Papa León XIII subrayó el derecho a la propiedad privada. No se refería únicamente a la propiedad de la tierra. Todos tienen derecho a poseer aquellos que es necesario para el desarrollo particular y el desarrollo de la propia familia. La libre empresa en una economía libre es un derecho humano. El Papa Juan Pablo II resaltó la visión profética del Papa León XIII, observando su predicción de que un sistema socialista estaba condenado al fracaso. La denuncia de los sistemas políticos o sociales que imponían la propiedad colectiva fue otro vaticinio del Papa León XIII. Su propuesta de principios morales para gobernar la libre empresa fue también una predicción.
En esta época de mega-corporaciones e increíbles avances tecnológicos, resulta saludable observar los principios morales enunciados por dos grandes papas de la era moderna. Los cambios sociales y el desarrollo pueden ser positivos. Sin embargo, no deben lograrse a costa de negar el bien y la dignidad de la persona humana. †