Buscando la
Cara del Señor
Una celebración devota de la Navidad es nuestra forma de agradecerle a Dios
A un niño que yace en un pesebre se le llama la Luz del Mundo y el Verbo hecho carne. Qué extraño y qué abstracto: llamar a una persona “luz” y “verbo.” Sin embargo, si nos detenemos a pensar en las circunstancias que lo rodeaban hace 2,000 años, quizás no nos parezca tan extraño.
Entonces, al igual que ahora, una luz en la oscuridad significaba mucho. Nos sentimos incómodos cuando la electricidad “se va.” Esa era una situación normal en aquel entonces. El fuego se apagaba más rápido y con mayor frecuencia.
En la época anterior al periódico y los libros, muchos siglos antes de la aparición de nuestros medios de comunicación contemporáneos, la verdad de las cosas, las noticias y simplemente la información en general se divulgaba oralmente, cara a cara. Los mensajeros y los cuenta-cuentos, así como los rabinos (maestros), representaban una tabla de salvación.
El niño llamado Jesús vendría de Dios como la luz en la oscuridad y como un maestro, un cuenta-cuentos y un mensajero. Él se hizo luz. Se convirtió en el Verbo del amor de Dios.
Desde los tiempos de Adán y Eva, nuestra familia humana ha estado plagada de otro tipo de oscuridad e ignorancia. El pecado y la tragedia del error humano marcan nuestras vidas. Existe la oscuridad y la ignorancia que dan origen a la envidia y al asesinato, al robo y a la guerra.
Caín odiaba a Abel, su propio hermano, debido a la oscuridad enceguecedora de la envidia; él cometió el primer asesinato. En nuestras ciudades y poblados, un hermano mata a otro por drogas y por el dinero para comprar las drogas que calmen su dolor.
Es sólo cuestión de tiempo antes de que un esposo infiel en su ignorancia termine por odiar a su esposa y la deseche para utilizar a otra, porque se ama ciegamente sólo a sí mismo.
Aun más hoy en día, las víctimas de un amor roto descubren la peor de las oscuridades. Hombres y mujeres destinados a ser compañeros complementarios en la vida, se alienan y se separan, quedándose solos.
La desconfianza se añade como un condimento amargo al terror de la oscuridad. Sólo Dios puede traer la luz y la sabiduría a nuestra familia humana, perdida sin remedio en la oscuridad y la ignorancia.
Su propio Hijo se convirtió en uno de nosotros para ser la luz salvadora y la palabra fiel de la verdad. Vino para revelar a Dios quien es amor fiel en sí mismo.
La Navidad es una celebración de amor. En el pesebre, en un establo oscuro con torpes animales, Cristo comenzó a brillar como la Luz del Mundo y el Verbo de la verdad. Todo comenzó con un pequeño niño nacido de una madre amorosa y cuidado por un padre valiente en un establo oscuro.
Aquellos que conocemos la historia del establo y el humilde nacimiento del Salvador, tenemos una obligación especial para con nuestro mundo tan perturbado. Se nos ha entregado la antorcha. ¿Cómo podemos ser la luz y difundir la palabra?
Cristo dijo una vez que el mundo sabría que le pertenecemos si nos amamos unos a los otros.
“Ama a tu prójimo como a ti mismo,” nos exhortó. “Pon la otra mejilla; perdona a tu enemigo setenta veces siete; alimenta al hambriento; viste al despojado.”
Nuestras luces de colores y los nacimientos nos recuerdan la promesa de la historia de la Navidad y nuestro papel en ella. ¡También nos recuerdan que debemos darle gracias a Dios por su obsequio de Navidad!
La Navidad celebra el misterio que ofrece el único camino a la seguridad humana. Y es un regalo gratis. Dios está a cargo del destino; nosotros no tenemos que preocuparnos. Él es el plan maestro para lograr que todo funcione.
La condición que viene con el estupendo regalo de Navidad de “la venida de Dios a vivir entre nosotros como la luz y el verbo del amor” es que creamos y aceptemos su amor, y que entendamos que esta vida no lo es todo. Todo va unido y comienza con la Navidad. Jesús hizo algo en el destino humano.
Cuando celebramos su nacimiento, celebramos el hecho extraordinario de que Dios se convirtió en uno de nosotros, para mostrarnos cómo vivir y amar, y sí, morir en este mundo transitorio. Celebramos el hecho de que él ganó por nosotros la promesa de que existe mucho más en esta vida de lo que podemos ver.
Tenemos mucho en qué pensar y por lo que rezar mientras nos arrodillamos ante el pesebre navideño. La promesa de nuestra salvación comenzó en la oscuridad de esa humilde cueva en Belén.
¡El regalo más espectacular de la Navidad es el propio Dios! El regalo es gratis y es para todos nosotros por igual: santos y no santos. Una celebración devota de la Navidad es nuestra forma de agradecerle.
Mis cálidas y sinceras “gracias” van para todos ustedes que trabajan arduamente para ayudar a difundir la luz de la verdad y la esperanza en Navidad por todo el centro y el sur de Indiana. ¡¡Que Dios los bendiga a todos!! Mi Misa de Gallo la dedicaré a todos ustedes y a sus seres queridos.
¡Feliz Navidad y las bendiciones más excelsas de Dios para el 2008! †