Buscando la
Cara del Señor
Las vocaciones sacerdotales son fundamentales para el bienestar de nuestra Iglesia
Hace dos domingos, observamos el Día Mundial de las Oraciones por las Vocaciones, popularmente conocido como Domingo del Buen Pastor.
Las referencias al Buen Pastor en las escrituras sugieren dicha observancia. Seguramente la liturgia de nuestra parroquia incluyó peticiones por las vocaciones sacerdotales, diaconales y religiosas en la Oración de los Fieles.
Por si no se habían dado cuenta, nunca es demasiado tarde para pedir por las vocaciones religiosas como parte importante de nuestras oraciones diarias. Nunca dejo de pedir por las vocaciones religiosas en todas las Misas que celebro. Si la petición no está incluida en la Oración de los Fieles, la incorporo.
La necesidad de vocaciones sacerdotales es absolutamente fundamental para el bienestar de la Iglesia. Sin sacerdotes no habría Eucaristía. Sin la Eucaristía, no habría Iglesia.
No hay nada más fundamental para nuestra fe católica y su bienestar que nuestra doctrina eucarística y la conexión esencial con el sacramento del Orden sacerdotal. Algo tan fundamental merece un lugar importante y constante en nuestras oraciones diarias e individuales.
Cuando recibí el diagnóstico de cáncer a finales de enero, mi primera reacción fue decir: “Que se cumpla la voluntad de Dios. Ofrezco lo que sea que esté por venir por las vocaciones sacerdotales, por nuestros seminaristas y nuestros sacerdotes.”
Supongo que no necesito decirles que el ofrecimiento de mi oración y este cáncer inesperado también incluye a todos ustedes los que se encuentran bajo mi custodia pastoral; sin embargo mi primer instinto fue elevar las vocaciones, nuestros seminaristas y sacerdotes porque la necesidad que tenemos de ellos es primordial, especialmente en nuestra cultura.
Me preocupa que muchos no valoran la necesidad que tenemos de seminaristas, religiosos, diáconos y sacerdotes. Me gustaría que cada familia católica tomara en cuenta esta necesidad y le diera un lugar de importancia en las consideraciones familiares.
La necesidad de sacerdotes es grande. Sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor para ver que la colocación de nuestros sacerdotes ha llegado hasta el límite. Aunque ese no fuese el caso, la importancia de este ministerio debe ocupar el primer plano de la preocupación católica, sin excluir otras prioridades, pero esta es fundamental.
Comprendo el deseo de los abuelos y padres de tener nietos e hijos que perpetúen el apellido de la familia y su legado. Y sin embargo ¿no es también un privilegio y una dicha para una familia tener un hijo que, a través del ministerio sacramental de la Iglesia, se convierta en un padre espiritual para innumerables miembros de la familia de la Iglesia?
En su mensaje del Día Mundial de la Oración por las Vocaciones, el Papa Benedicto XVI enfatizó el hecho de que las comunidades parroquiales tienen un verdadero sentido de la obligación que supone difundir el Evangelio. Las parroquias que abrazan esta misión son comunidades donde florecen las vocaciones religiosas.
“Las vocaciones para el sacerdocio ministerial y la vida consagrada sólo pueden florecer en un terreno espiritual que esté bien cultivado,” dijo.
El Santo Padre hizo una súplica especial porque las vocaciones fomenten la vida misionaria de la Iglesia. Hizo referencia a las misiones extranjeras, las cuales están principalmente dirigidas por sacerdotes y religiosos consagrados.
Nuestra Arquidiócesis de Indianápolis durante mucho tiempo ha prestado una venerable atención tendiente a fomentar el interés en las misiones extranjeras. Somos probablemente una de las pocas diócesis en Estados Unidos que tiene una oficina misionaria diocesana. Todos los años nos visitan muchos misioneros, algunos de nuestras propias familias. Deseamos continuar creando conciencia de la misión más extensa de la Iglesia.
Al mismo tiempo, no podemos pasar por alto la necesidad de cuidar de nuestros fieles dentro de los 39 condados. La misión necesita aquí localmente atraer una respuesta generosa al llamado de Dios para más sacerdotes, diáconos, mujeres y hombres consagrados.
El Papa nos recordó que para promover las vocaciones para la misión de la iglesia a nivel internacional y nacional, nuestros niños y jóvenes necesitan ser educados en la fe católica. Esta necesidad, encuentra su primer lugar en el hogar de la familia con nuestros padres quienes son los primeros maestros de la Iglesia.
Nuestra arquidiócesis hace grandes sacrificios para que los jóvenes y el ministerio de adultos jóvenes, incluyendo la concienciación vocacional, esté a disposición no sólo a través de nuestros programas patrocinados por la arquidiócesis sino también en los programas de las escuelas y parroquias. Necesitamos el apoyo de ustedes: padres, maestros y dirigentes pastorales para hacerlos accesibles a nuestros niños, jóvenes y jóvenes adultos.
Hace cuatro años, iniciamos nuestro Seminario Universitario Arzobispo Simon Bruté en conjunción con el programa académico de la Universidad Marian. El seminario está haciendo un excelente trabajo y, en el proceso, se está renovando una “cultura de vocaciones” a nivel de la secundaria y la universidad en nuestra arquidiócesis.
Sin duda alguna, es un proyecto audaz, pero si consideramos la importancia capital del sacerdocio para el bienestar de nuestra Iglesia local, es verdaderamente primordial para nuestra misión. †