Buscando la
Cara del Señor
Viva el momento para seguir el ejemplo de Jesús
En agosto los obispos de la Región VII (Illinois, Indiana y Wisconsin) tuvimos nuestro retiro espiritual anual en la casa de retiro Cardinal Stritch, al norte de Chicago.
Durante esos días de reflexión y oración, quedé absorto en el tema recurrente de la santidad; a saber, que llegar a ser santos realmente no es complicado, pero no es necesariamente fácil.
Para mi reflexión leí una obra espiritual clásica del siglo XVIII. Siempre había escuchado sobre el clásico del padre jesuita Jean-Pierre de Caussade, Abandono en la divina Providencia (L’Abandon originalmente en francés; publicado por Baronius Press en 2008).
Su pensamiento está fuertemente influenciado por San Francisco de Sales y San Juan de la Cruz. Se dice que él condensó las tradiciones espirituales salesianas y carmelitas. Su obra no resulta tan arcaica como podría pensarse.
La tesis que propone el libro del padre de Caussade es la sencillez de descubrir la voluntad de Dios en el momento presente. Sostiene que es muy fácil lograrlo. La voluntad de Dios puede hallarse tras las sombras del acaecer cotidiano y de las experiencias diarias, no necesariamente en sucesos grandes o drásticos a lo largo de la vida.
Según asevera: “Dios se esconde tras las actividades cotidianas más sencillas; hallarlo es sólo cuestión de entregarse totalmente a Su voluntad.”
Vivir el momento consiste en el reto de aceptar los obstáculos del día a día con humildad y amor. El padre de Caussade repite este tema una y otra vez. Afirma que se encuentra en el mensaje del Evangelio cuando describe la forma cómo vivió Jesús: vivió el momento.
Asimismo, el padre de Caussade insiste reiteradamente en que aquel que verdaderamente busca a Dios no necesita hallar oportunidades drásticas para encontrarlo. Si usted es como yo, esa sencillez resulta atractiva.
No obstante, requiere que nos mantengamos concentrados en la apariencia de la voluntad de Dios en el momento presente. El padre de Caussade señala que no es cuestión de intelecto sino más bien de voluntad. Para él, la voluntad se expresa mediante el deseo y la determinación del corazón.
El hecho es que resulta demasiado fácil distraerse con lo que él llama las sombras, las cuales, al igual que las nubes, ocultan la voluntad divina.
Para darles un ejemplo, aunque es drástico, si tengo cáncer y estoy obsesionado con el espectro negativo que esto representa en mi vida, estoy ignorando la realidad y la oportunidad de aceptar de algún modo que Dios permite esta enfermedad y que en el orden general de las cosas esto encaja en Su plan. Esto no sugiere una actitud pasiva, sino evitar quedarnos totalmente enfrascados en el ámbito de “la sombra.” Sin embargo, si pareciera que estoy simplificando demasiado la importancia de la acción de Dios en el momento presente, el padre de Caussade defiende su tesis.
Si pensamos en ello, creo que su propuesta resulta útil, especialmente en estos tiempos en los que estamos tentados a quedar atrapados en otro tipo de inmediatez del momento. Sucumbimos muy fácilmente a las preocupaciones por las enfermedades o los obstáculos de cualquier clase y en el proceso perdemos de vista a Dios. No intento sugerir que adoptemos una perspectiva de optimismo irredento ante las dificultades, sino que tratar de superarlas puede ser ciertamente útil mientras nos esforzamos por acercarnos a Dios.
Considero que existe otra dificultad que encontramos en esta forma de buscar a Dios. Para la mayoría de nosotros, orar y reflexionar ante la presencia de Dios es una tarea intelectual, no tanto una cuestión del corazón, es decir, de nuestra voluntad. El padre de Caussade no está en contra de lo intelectual, pero sí asegura que podemos enfrascarnos en tratar de resolver cosas al punto de dejar a un lado el poder de nuestra voluntad. Olvidamos confiar en el devenir de nuestros corazones en la fe.
En cualquier caso, bien vale la pena que consideremos la teoría espiritual y mística del padre Jean-Pierre de Caussade, ya que nos transporta más allá de las sombras de las experiencias humanas que ocultan las actividades cotidianas que Dios realiza en nuestro nombre como individuos. Pienso que a menudo no tendemos a pensar que Dios se encuentra tan cerca de nosotros como personas individuales que actúa a la sombra de nuestras experiencias diarias. Quizás solemos subestimar Su amor cotidiano por nosotros.
Un ejemplo de los obstáculos que nos impiden darnos cuenta del deseo de Dios de estar cerca de nosotros es nuestra sensación de desmerecimiento; tal vez no sea un sentimiento, pero es un hecho que constituye el pecado. Por esta razón el padre de Caussade también asevera que necesitamos los sacramentos para que nos fortalezcan a lo largo de la vida.
Para ampliar aún más nuestro ejemplo, necesitamos el sacramento de la reconciliación para que nos ayude a superar la culpabilidad que eclipsa el amor de Dios por nosotros.
A veces ayuda refrescar nuestros conocimientos sobre los escritores espirituales clásicos del pasado como el padre Jean-Pierre de Caussade. †