El rostro de la misericordia / Daniel Conway
Reflexiones sobre la penitencia cuaresmal y el camino sinodal
En su mensaje para la Cuaresma de este año, el Papa Francisco utilizó el relato del Evangelio sobre la transfiguración de Jesús, que se proclama cada año el segundo domingo de Cuaresma, para ilustrar el carácter sinodal de este tiempo santo.
Del mismo modo que Jesús invitó a Pedro, Santiago y Juan a subir con él a un monte alto, y a experimentar su profunda transformación en el monte Tabor en compañía de Moisés y Elías, así tenemos la oportunidad durante este tiempo santo de acompañar a Jesús, de abrir el corazón y de sentir nosotros mismos la gloria del Señor.
“Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida,” explica el Santo Padre, “en Cuaresma se nos invita a ‘subir a un monte elevado’ junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis.” Esto es exactamente lo que les ocurrió a los tres discípulos: se apartaron de su cotidianidad y vivieron una epifanía, un despertar espiritual que elevó sus mentes y corazones hacia Dios.
Tal como nos lo explica el Santo Padre:
En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento único. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida, como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es “sinodal,” porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador.
La sinodalidad, que implica viajar juntos como comunidad de discípulos, no es un concepto nuevo. Es parte integral de nuestra noción de quiénes somos como pueblo peregrino que sigue las huellas de nuestro Señor.
La espiritualidad cristiana nos ayuda a lograr este cometido durante la Cuaresma, al ofrecernos numerosas oportunidades para salirnos de la cotidianidad mediante retiros, jornadas de recogimiento, horas santas, vía crucis y peregrinaciones. “Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal.”
Según los relatos de la transfiguración que figuran en todos los Evangelios sinópticos, Jesús “se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz” (Mt 17:2). El Papa Francisco denomina este momento “la cumbre, la meta del camino.” Al final de su ascensión, cuando los tres discípulos se encuentran en la cima de la montaña con Jesús, se les concede “la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural.” Como observa el Sumo Pontífice, esa “luz que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo.”
El Papa concluye diciendo:
Como en cualquier excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena. También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.
Nuestra experiencia cuaresmal se asemeja al camino sinodal que hemos emprendido como Iglesia a través del liderazgo pastoral del Papa Francisco, cuyo objetivo es una transformación personal y comunitaria que nos prepara y a la vez es el resultado de nuestro encuentro con Jesús transfigurado.
Salgamos de nuestra zona de confort esta Cuaresma y pasemos algún tiempo con Jesús. Si abrimos nuestras mentes y corazones, la asombrosa gracia de nuestro Señor Jesucristo nos cambiará y tal vez incluso nos transfigure.
(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.) †