July 28, 2023

El rostro de la misericordia / Daniel Conway

El corazón de lo que significa ser seres humanos, y el Dios que nos ama

El 19 de junio, en el cuarto centenario del nacimiento del brillante laico francés, Blaise Pascal, el papa Francisco publicó una exhortación apostólica en la que reflexiona sobre su vida y obra. El título en latín “Sublimitas et Miseria Hominus,” significa en español “La grandeza y la miseria del hombre” y resume la obra de Pascal, que estaba maravillado con la paradoja fundamental que está en el centro de lo que significa ser un ser humano.

“En un siglo de grandes progresos en muchos ámbitos de la ciencia”—escribe el Santo Padre—“acompañados de un creciente espíritu de escepticismo filosófico y religioso, Blaise Pascal se mostró como un infatigable buscador de la verdad, y como tal permaneció siempre ‘inquieto,’ atraído por nuevos y más amplios horizontes.”

La “mente brillante y curiosa de Pascal” buscó la verdad en todos los ámbitos: la ciencia, la filosofía, el arte, la política, la sociología y la teología. Fue un verdadero hombre para la eternidad que sinceramente creía que la razón humana solo podía llegar a la verdad al ser informada por la fe.

El papa Francisco considera que Pascal puede ser un ejemplo para todos los que buscan la verdad independientemente de sus creencias. Observa:

En la base de esto, creo poder reconocer en él una actitud de fondo, que yo llamaría “asombrada apertura a la realidad.” Apertura a otras dimensiones del conocimiento y de la existencia, apertura a los demás, apertura a la sociedad.

Por ejemplo, estuvo detrás de la creación, en 1661, en París, del primer sistema de transporte público de la historia, los “Carruajes de cinco centavos.” Si recalco este suceso desde el principio de esta carta, es para insistir en el hecho de que ni su conversión a Cristo, a partir sobre todo de su «Noche de fuego» del 23 de noviembre de 1654, ni su extraordinario esfuerzo intelectual en defensa de la fe cristiana, lo convirtieron en una persona aislada de su época. Estaba atento a las cuestiones que en ese entonces eran más preocupantes, así como a las necesidades materiales de todos los que componían la sociedad en la que vivió.

Pascal sí pasó por una dramática conversión religiosa a los 31 años de edad, justo ocho años de su fallecimiento prematuro. Esta es la forma en la que el papa describe esta epifanía o encuentro:

El 23 de noviembre de 1654, Pascal vivió una experiencia muy fuerte, que se conoce hasta hoy como su “Noche de fuego.” Esta experiencia mística, que le hizo derramar lágrimas de alegría, fue para él tan intensa y decisiva que la anotó en un pedazo de papel fechado con precisión, el “Memorial,” que había cosido en el forro de su abrigo, y que fue descubierto después de su muerte. Aunque es imposible saber exactamente cuál es la naturaleza de lo que sucedió en el alma de Pascal aquella noche, parece que se trató de un encuentro del que él mismo reconoció la analogía con aquel que fue fundamental para toda la historia de la revelación y de la salvación, y que Moisés vivió ante la zarza ardiente. (Ex 3)

Que un matemático viva una experiencia de Dios como personal y no abstracta ni teórica, es en sí mismo un poderoso testimonio. “No es el Dios abstracto o el Dios cósmico, no”—cita el papa Francisco a Pascal—“es el Dios de una persona, de una llamada, el Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, el Dios que es certeza, que es sentimiento, que es alegría.”

Con razón el papa Francisco, que a menudo habla de la “Alegría del Evangelio” está impresionado con lo que este hombre de la ciencia y la filosofía dice sobre su encuentro con el Dios vivo.

“Pero si la fe es razonable”—escribe el Papa—“también es un don de Dios y no puede imponerse.”

“No se demuestra que debamos ser amados sometiendo a método las causas del amor; sería ridículo,” señala Pascal con la finura de su humor, estableciendo un paralelismo entre el amor humano y la forma en que Dios se nos manifiesta. Como el amor humano, “que se propone pero no se impone—el amor de Dios nunca se impone.”

El papa Francisco concluye su reflexión sobre la vida y obra de este gran hombre que posee una mente brillante y curiosa enamorada de Dios, con estas palabras: “Que su obra luminosa y los ejemplos de su vida, tan profundamente sumergida en Jesucristo, nos puedan ayudar a seguir hasta el final el camino de la verdad, la conversión y la caridad. Porque la vida de un hombre es muy breve: Eternamente gozoso por un día de sufrimiento en la tierra.”
 

(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.)

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