El rostro de la misericordia / Daniel Conway
Nuestra humanidad se revela por cómo tratamos a las mujeres
El 27 de octubre, el Papa Francisco se dirigió a los participantes en un encuentro en el marco de la Campaña nacional contra la violencia hacia las mujeres que se llevó a cabo en Italia. El evento fue patrocinado por RAI Media (Radiotelevisione Italiana) la compañía italiana de radiodifusión.
“Doy las gracias a los promotores de la iniciativa ‘Una ola larga contra la violencia masculina contra las mujeres,’ que permite reflexionar sobre un tema de gran actualidad. De hecho, la violencia contra las mujeres es una mala hierba venenosa que aflige nuestra sociedad y que debe ser eliminada desde la raíz.”
Según el Papa Francisco, las raíces de esta mala hierba venenosa “son culturales y mentales, crecen en el terreno del perjuicio, de la posesión, de la injusticia”.
Un aspecto central de este grave problema cultural es la tendencia demasiado frecuente a considerar a las mujeres como ciudadanas de segunda clase.
El Papa Francisco señaló que:
En demasiados lugares y demasiadas situaciones las mujeres son puestas en segundo plano, son consideradas “inferiores” como objetos: y si una persona es reducida a una cosa, entonces no se ve más la dignidad, se considera solo una propiedad de la que se puede disponer en todo, hasta incluso suprimirla.
La historia registra innumerables ejemplos de prejuicios culturales contra las mujeres. Tan recientemente como en los tiempos modernos, incluso en algunas culturas contemporáneas, se ha negado a las mujeres el derecho al voto, a la propiedad y a asumir puestos de responsabilidad en los negocios, la sociedad y la religión. Y, como deja claro el Papa, cuando a las personas se les niegan sus derechos fundamentales y su dignidad, es fácil abusar de ellas, explotarlas y marginarlas.
“¡Cuántas mujeres están oprimidas por el peso y el drama de la violencia!”—exclama el Santo Padre—. “Cuántas son maltratadas, abusadas, esclavizadas, víctimas de la prepotencia de quien piensa que puede disponer de su cuerpo y de su vida, obligadas a rendirse a la codicia de los hombres.”
Cuando las mujeres no son consideradas iguales en dignidad a los hombres, ocurren todo tipo de cosas malas, incluidas diversas formas de crueldad mental, emocional y física.
Aunque el evento estaba patrocinado por una de las organizaciones de medios de comunicación más destacadas de Italia, el Papa Francisco no ocultó sus críticas al papel de los medios de comunicación en el abuso de las mujeres.
Expresó:
Lamentablemente en esto los medios de comunicación todavía juegan un rol ambiguo. Por un lado favorecen el respeto y la promoción de las mujeres; pero de la otra transmiten continuamente mensajes impresos en el hedonismo y el consumismo, cuyos modelos, tanto masculinos como femeninos, obedecen los criterios del éxito, la autoafirmación, de la competición, del poder de atraer al otro y dominarlo.
Dado que los medios de noticias y de entretenimiento se adaptan a las opiniones populares, la forma en que retratan a las mujeres (y a los hombres) varía según las circunstancias. En obras de teatro, comedias e incluso noticias aparecen constantemente “mensajes impresos en el hedonismo y el consumismo” que los medios de comunicación ofrecen al público. Como resultado, los medios de comunicación contribuyen a crear y sostener las “raíces de esta mala hierba venenosas” que, según el Papa, hay que arrancar del suelo de la cultura moderna.
El Sumo Pontífice se opone firmemente a que se presente a los hombres (o a las mujeres) como figuras que ejercen una influencia dominante sobre los demás.
Y en este sentido, expresa:
¡Dónde hay dominio hay abuso! No es amor lo que exige prisioneros. ¡El Señor nos quiere libres y en plena dignidad! Ante la plaga de los abusos físicos y psicológicos sobre las mujeres está la urgencia de redescubrir formas de relaciones justas y equilibradas, basadas en el respeto y en el reconocimiento recíprocos. Los condicionamientos de todo tipo deben contrarrestarse con una acción educativa que, partiendo de la familia, ponga en el centro a la persona y su dignidad.
Las relaciones basadas en el respeto mutuo y el reconocimiento de la dignidad humana fundamental son necesarias para prevenir todas las formas de abuso. Las influencias culturales negativas que promueven la injusticia y la desigualdad deben ser superadas por un sistema educativo que sitúe la noción positiva de la dignidad humana en el centro de todo.
Refiriéndose a la Santísima Virgen María, el Santo Padre nos recuerda que “del corazón y de la carne de una mujer ha venido al mundo la salvación.” Su papel no fue en modo alguno incidental o secundario en la historia de nuestra redención.
De hecho, el Papa insiste en que nuestro grado de humanidad se revela por cómo tratamos a las mujeres.
“Es nuestro deber, responsabilidad de cada uno, dar voz a nuestras hermanas sin voz: las mujeres víctimas de abuso, explotación, marginación y presiones indebidas. ¡No nos quedemos indiferentes! Es necesario actuar enseguida, a todos los niveles, con determinación, urgencia y, valentía.”
(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.) †